Querido hermano, querida hermana, para Dios, que cambió la historia en el transcurso de un censo, no eres un número, sino un rostro. Tu nombre está escrito en su corazón.
Querido hermano, querida hermana, para Dios, que cambió la historia en el transcurso de un censo, no eres un número, sino un rostro. Tu nombre está escrito en su corazón.