«Los cristianos de Pakistán, cuando pensamos en el mundo occidental, pensamos en vosotros como nuestros hermanos mayores en la fe, como el centro del cristianismo», expresa el Padre Faryadd*, reflejando el corazón de innumerables creyentes de la nación.

El 16 de agosto, en la ciudad de Jaranwala, una chispa de acusaciones infundadas de blasfemia contra Saleem Masih, un cristiano analfabeto, prendió un incendio de violencia. Esta oleada de agresiones encontró su principal objetivo en las iglesias y hogares de los cristianos de la zona de Jaranwala. Cuatro iglesias y tres capillas fueron arrasadas. Las casas de innumerables cristianos fueron destrozadas o destruidas. Pero en medio de esta oscuridad, surgieron rayos de esperanza, con muchas familias que huían acogidas por vecinos musulmanes, conmocionados por la ira injustificada.

Al día siguiente de este atroz atentado se desplegaron fuerzas del orden con la promesa de investigar el incidente. Sin embargo, más allá de la destrucción material, las cicatrices emocionales y psicológicas son profundas. Muchos líderes y miembros de iglesias han hablado y compartido sus historias, angustias y esperanzas. El Arzobispo de Karachi, Benny Travas, señaló que estos incidentes revelan la desgarradora realidad de que los cristianos son tratados como «ciudadanos de segunda clase».

Sin embargo, el corazón de la comunidad cristiana de Pakistán sigue impertérrito. Tal y como declaró la Conferencia Episcopal de Pakistán, el 20 de agosto se celebró una Jornada especial de oración, implorando la paz y la unidad de Dios. Este espíritu de resistencia y fe se hizo palpable cuando Mons. Indrias Rehmat celebró misa entre los escombros de la devastada iglesia católica de San Pablo en Jaranwala. En su mensaje, aseguró a los fieles, probados por la adversidad, la presencia perdurable de Dios.

Los esfuerzos de apoyo para ayudar a las familias desplazadas están en marcha. Organizaciones como las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos han empezado a recaudar fondos en apoyo de los cristianos locales, que se distribuirán a través de los misioneros que trabajan sobre el terreno.

El incidente de Jaranwala no es sólo una noticia fugaz, sino un recordatorio de la urgente necesidad de fomentar la armonía y el entendimiento entre las comunidades religiosas. Como observa el Padre Jamil Albert, muchos cristianos viven ahora «en constante temor, incertidumbre y estado de shock.»

Ante esta desgarradora realidad, la Sociedad para la Propagación de la Fe hace un ferviente llamamiento a la comunidad mundial para que rece por los cristianos de Pakistán. En su fortaleza y resistencia, brillan como faros de fe, pero necesitan nuestro apoyo espiritual y material. Instamos a todas las personas a interceder por estos cristianos perseguidos, para que encuentren fuerzas para reconstruir, gracia para perdonar y esperanza para imaginar un Pakistán más integrador y pacífico.

En palabras del Padre Faryadd, «Te pedimos que valores y aprecies [your freedom of faith] Y que sigas rezando por nosotros y ayudándonos».

Que nuestras oraciones sean su fortaleza.

*Su apellido se omite por razones de seguridad.

APOYO A LOS CRISTIANOS EN PAKISTÁN