Queridos amigos de las Obras Misionales Pontificias,
Es un placer dirigirte estas breves palabras como enviado del Papa Francisco a Estados Unidos. Parte de mi responsabilidad es fomentar la unidad y promover la misión de la Iglesia en esta gran nación. Hoy busco tu apoyo y generosidad para cumplir esa llamada.
A lo largo de mis años de servicio a la Santa Sede, en diversas partes del mundo, he sido testigo de la labor transformadora de la Iglesia en la vida de personas, familias y comunidades enteras. Las iglesias locales de Mozambique, Zimbabue y Cuba, donde estuve destinado en mis primeros años de servicio, se mantienen en gran medida gracias a la colecta del Domingo Mundial de la Misión. Cuando fui nombrado Nuncio Apostólico en Haití en 1995, meses después de la devastación causada por el huracán Gordon, fui testigo de cómo las Obras Misionales Pontificias acudían en ayuda de las diócesis locales.
En tantas regiones de nuestro mundo, donde la Iglesia es todavía bastante joven o carece de recursos económicos, y no puede sostener sin ayuda sus ministerios vitales, las Obras Misionales Pontificias intervienen para prestar una ayuda muy necesaria. El penúltimo domingo de octubre se celebra en todas las parroquias la Colecta de la Jornada Mundial de las Misiones. Las ofrendas de los fieles en ese día son un testimonio de la naturaleza universal de nuestra Iglesia y constituyen un acto concreto de solidaridad con nuestras Iglesias hermanas necesitadas.
En particular, las generosas aportaciones de los fieles de Estados Unidos hacen posible que las Obras Misionales Pontificias concedan subsidios anuales a las diócesis misioneras y sostengan directamente los seminarios misioneros y las casas de formación religiosa, la educación de los niños en las escuelas misioneras, la construcción de capillas e iglesias, así como el sostenimiento de hogares para niños huérfanos, ancianos y enfermos. Este apoyo hace posible el anuncio del Evangelio, la celebración de los Sacramentos y el servicio a los pobres en las diócesis de misión.
Durante las primeras décadas de su vida, la incipiente Iglesia de Estados Unidos recibió un apoyo esencial de la Sociedad para la Propagación de la Fe: unos siete millones de dólares hasta 1908, el equivalente a unos 250 millones de dólares actuales. Los católicos de este país han devuelto esa generosidad en abundancia. Y los misioneros cuyas historias leerás en estas páginas, necesitan esa generosidad continua.
Os invito, queridos hermanos y hermanas, a abrazar el espíritu de solidaridad y de discipulado misionero que late en el corazón de nuestra Iglesia. Respondamos a la llamada del Papa Francisco a ser una Iglesia que sale, llegando a las periferias, tanto cercanas como lejanas. Juntos podemos marcar la diferencia. Tus aportaciones, sea cual sea su cuantía, tendrán un profundo impacto en la vida de innumerables personas y comunidades. A través de tu generosidad, te conviertes en un instrumento del amor de Dios, compartiendo la misión de la Iglesia y encarnando el espíritu de compasión y misericordia al que nos llama continuamente el Papa Francisco. Sabiendo personalmente cuánto depende la Iglesia Misionera de la generosa respuesta de los católicos al llamamiento de la Jornada Misionera Mundial, os pido que hagáis todo lo posible para promover su celebración en todas las parroquias de Estados Unidos.
Fraternalmente,
Arzobispo Christophe Pierre*
Nuncio Apostólico
*El Papa Francisco ha anunciado que, el 30 de septiembre de 2023, hará Cardenal al Arzobispo Pierre, durante un consistorio que se celebrará en Roma. Nos alegramos y rezamos por el Nuncio, miembro nato del Consejo de Administración de las Obras Misionales Pontificias en Estados Unidos.